Probióticos ¿Qué sabemos las personas con EII?

Bifidobacteria

Cada vez se habla más de ellos. Preguntamos a los pacientes y la Dra. Gómez Senent experta en la materia para conocer su opinión.

Los científicos van conociendo cada vez más los 100 billones de microorganismos que viven en nosotros y con los que mantenemos una relación única y de mutuo beneficio; un conjunto de bacterias, hongos y virus con presencia en lugares tan diferentes del cuerpo humano como el aparato digestivo, la piel, o la vagina entre otros. Hablamos, en definitiva, de la “microbiota”. O “microbiotas”, porque lo cierto es que su composición varía entre las partes de nuestro cuerpo e incluso entre personas. También entre quienes hemos recibido el diagnóstico de enfermedad de crohn o colitis ulcerosa en algún momento de nuestra vida. De hecho, en estos casos se sabe que la microbiota es diferente a la de las personas sin la enfermedad. Aunque se desconoce que, eso sí, la alteración que se viene observando sea la causa o el efecto de la enfermedad.

Y es que, al igual que ocurre en las relaciones de pareja, la de la microbiota y el cuerpo humano también sufre altibajos. En este caso explicados por desequilibrios que se producen en el tamaño de las poblaciones que la componen. De ahí que, para reequilibrar y mantener sana esta relación, se cite a los probióticos como un recurso útil del que podemos tirar de ser necesario.

¿Pero qué son los probióticos? Nos responde la Dra. Silvia Gómez Senent, médica adjunta en el Hospital Universitario de la Paz y apasionada por la materia: “Los probióticos son microorganismos vivos, normalmente bacterias u hongos, que, cuando son administrados en la cantidad adecuada producen un efecto beneficioso en la salud de la persona que los recibe. La mayoría de los probióticos pertenecen a dos grupos de bacterias: lactobacilus y bifidobacterias y a un grupo de levaduras como el Saccharomyces boulardii. Ahora bien, como todo es un poco más complejo, nos explica además que“un probiótico se define en base a su género, dentro del género hay varias especies y cada especie se subdivide en cepas, que se definen como a una designación alfanumérica. Por ejemplo, en el caso de lactobacillus rhamnosus GG, el término de Lactobacillus se corresponde con el género, la denominación rhamnosus indica la especie y GG se refiere a la cepa concreta dentro de cada especie.”

En cuanto a los pacientes ¿sabemos qué son los probióticos? Para averiguarlo en ACCU España realizamos un estudio patrocinado por Ferring y en colaboración con Nueva Investigación. En él, primero reunimos a un grupo reducido de pacientes con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. Ya en una segunda fase, fue cuando preguntamos a 519 pacientes, en una encuesta online, sobre su conocimiento y experiencias con los probióticos. Y si bien, a la pregunta “¿qué es un probiótico?”, casi un 70% de los encuestados respondió la opción “complemento alimenticio” y un 17% “alimento”, ambas correctas, un 20% de los pacientes respondieron que era un medicamento, cuando en realidad no lo es. Igualmente, se preguntó a los pacientes sobre, en qué casos creían que las personas con enfermedad inflamatoria intestinal deberían tomar probióticos. Aquí un 51% considera que los probióticos se deberían consumir cuando se está o se ha tomando antibióticos. A su vez, el 36% piensa que se deben consumir para prolongar los periodos de inactividad de la enfermedad; así como el 29% cuando se tiene inflamación y un 33,53% como medida preventiva en épocas de estrés o cambios de rutina.

Y para saber si estamos en lo correcto, volvimos a preguntar a la experta Gómez Senent, quien nos responde: “Los probióticos están indicados en la diarrea producida por antibióticos y en el tratamiento de la diarrea aguda, por tanto, los pacientes con EII podrían usar probióticos en estas situaciones. Además, añade que hay otros casos en los que los probióticos con cepas específicas son útiles. Por ejemplo: en la reservoritis crónica o pouchitis. O en la colitis ulcerosa, porque “algunos probióticos han demostrado ser seguros y tan eficaces como la terapia convencional para mejorar los síntomas en la colitis ulcerosa de leve a moderadamente activa, tanto en poblaciones adultas como pediátricas”. En estos escenarios la mezcla que contiene cepas de Lactobacillus plantarum, Lactobacillus casei, Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus, Bifidobacterium infantis, Bifidobacterium longum, Bifidobacterium breve y Streptococcus salivarius subsp. thermophilius  han demostrado su utilidad. Y también el Escherichia coli Nissle 1917, aunque no está comercializado en España.

Otra buena noticia, a favor del conocimiento que disponemos los pacientes, es que algunas de estas cepas ya las conocemos. Siempre de acuerdo a nuestro estudio. Por ejemplo: El lactobacillus casei fue reconocido por el 60% de las personas encuestadas; o el bifidobacterium que, en menor medida, lo fue por el 29%. Sin embargo, un 33% afirmó, en cambio, no conocerlas. Lo que es hasta normal si tenemos en cuenta este panorama lleno de nombres y combinaciones de cepas difíciles de recordar. De ahí que necesitamos de alguien que nos de guíe tal como se recogió en la encuesta. Y tan es así, que para informarse sobre probióticos un 46% acude a su equipo médico de Digestivo o a Atención Primaria; el 30% a través de los medios de comunicación y un 24% lo hace en la farmacia. La web y las redes sociales de ACCU España ocupan el cuarto puesto como un lugar importante para informarse sobre los probióticos. De la misma manera, un 63% reconoce que probaría un probiótico si su médico se lo recomendara y un 26% la recomendación viniera del personal de enfermería especializado en EII.

Para Gómez Senent cuando una persona con EII quiere tomar un probiótico lo más adecuado es que pregunte a su especialista: “en la población general, y en los pacientes con EII en particular, lo recomendable es que compremos el probiótico que nos recomiende nuestro médico, porque no todos los probióticos valen para lo mismo, ni todos son válidos.  Así que, si tu médico te ha indicado un probiótico en concreto, no debería ser sustituido por otro en la farmacia, ya que, si el especialista ha recomendado ese, es porque ha valorado que para tu situación y tus síntomas es el adecuado”.

Por último, en cuanto a los hábitos de consumo, casi el 50% de los encuestados toma los probióticos de forma intermitente y un 17% de forma continuada. La mayoría lo hace tomando un stick o un sobre al día. Aunque un 33% de los pacientes nunca ha tomado un probiótico por motivos variados. El principal: el médico no se lo ha prescrito o recomendado (54%) o la falta de información (26%). Es decir, los pacientes sobre todo confían en los facultativos especializados en EII, aunque también demandan información y más evidencia. Por suerte, en esta línea, Gómez Senent nos comenta que “cada vez se están haciendo más estudios sobre determinadas cepas probióticas en distintos escenarios de la enfermedad inflamatoria intestinal, incluida la enfermedad de Crohn. Algunos escenarios como, por ejemplo, en los que, a pesar de que el paciente no muestra señales aparentes de actividad inflamatoria -e incluso no se evidencian úlceras en la colonoscopia- aún presenta síntomas como hinchazón abdominal y dolor, que pueden ser aliviados con los probióticos adecuados.” Algo prometedor y para lo que estamos deseando conocer los resultados.

 

A tener en cuenta…

La Dra. Gómez Senent subraya varios puntos que los pacientes debemos tener en cuenta:

  • No todos los probióticos sirven para todo.
  • Hay probióticos que han demostrado evidencia científica en determinadas enfermedades o situaciones y no es válido para otras.
  • Cada probiótico tiene una forma de conservación y almacenaje distinta, y para que nos aseguremos que hacen su acción, debemos seguir las recomendaciones que se especifican en la caja que contiene el probiótico.
  • Los probióticos se pueden dar en mujeres embarazadas y durante la lactancia.
  • La mayoría de los probióticos se catalogan como complementos alimenticios. Estos preparados deben informar al consumidor en la etiqueta, de las cepas que contiene, su posología, las condiciones de almacenamiento y la forma de administración.
  • Ninguno de los probióticos está financiado por el Sistema Nacional de salud.

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probioticos, Silvia Gomez Senent

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Investigación

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